Saulo, temblando y temeroso, dijo: “Señor, ¿que quieres que yo haga?. Esta pregunta representa el triunfo del amor de Dios sobre la dureza y obstinación del corazón del hombre y es el mayor Homenaje que podemos dar a Jesus. Saulo comenzó a vivir una vida nueva. Desde ese día, la voluntad de Dios se convirtío en su maxima prioridad. Dejó aun lado su propia agenda y sus planes egoistas y abrazó los propósitos de Jesucristo con todas sus fuerzas.
domingo, 8 de noviembre de 2009
sábado, 7 de noviembre de 2009
En lo Secreto, el lugar mas importante
Nosotros podemos cantar muy bonito en la congre.
Nosotros podemos traer al mejor de los predicadores de afuera.
Nosotros podemos traer al mejor de los predicadores de afuera.
Nosotros podemos hacer muchas cosas externas para el Señor.
Pero la única manera de que nosotros le seamos por pueblo, por renombre, por alabanza y por gloria, es cuando estamos firmemente adheridos a El allí en la intimidad.
Cuando estamos en lo secreto, allí donde nadie nos ve, al Señor le hacemos saber que somos suyos y el Señor nos demuestra que nosotros somos de El.
Pero la única manera de que nosotros le seamos por pueblo, por renombre, por alabanza y por gloria, es cuando estamos firmemente adheridos a El allí en la intimidad.
Cuando estamos en lo secreto, allí donde nadie nos ve, al Señor le hacemos saber que somos suyos y el Señor nos demuestra que nosotros somos de El.
viernes, 6 de noviembre de 2009
EL PODER DEL PERDON Y EL AMOR DE DIOS
-Hace unos dias conteste dos preguntas, que para la Gloria de Dios les dejo saber:
¿Que sientes por tu Padre Celestial y que por tu Padre terrenal? ¿y Cual es la Diferencia?
a lo que respondi:
"A mi Padre Celestial lo amo,
a mi padre terrenal lo amo,
la diferencia es que mi padre terrenal nunca me llevo a conocer a mi Padre Celestial, sin embargo mi Padre Celestial me llevo a perdonar y amar a mi padre terrenal".
*El Amor de Dios transforma Corazones, tu corazón*
jueves, 5 de noviembre de 2009
¿Cómo puedo superar un mal hábito?
Una mala costumbre es usualmente conectada con creencias y actitudes erróneas. No debemos querer cambiar la costumbre solamente porque es vergonzoso, caro, no saludable, o porque nos hace sentir culpable – sino debemos desear el más grande propósito de Dios para que estemos satisfechos. Hasta que tratemos con las creencias erróneas que debilitan nuestra resistencia a la mala costumbre, solamente tendremos éxito limitado en superarlo.
El cristiano debe ver que las malas costumbres son últimamente problemas espirituales. No debemos dudar a llamarlos pecados. Y debemos hacer, que los medios de la santificación descrita en las Escrituras (especialmente en la Palabra de Dios y la oración) son esenciales para superar malas costumbres.
Somos responsables por nuestro propio pecado – incluyendo aquellos pecados que tan fácilmente nos acosan. El hecho que hacemos algo malo habitualmente no nos exime de nuestra responsabilidad. Al contrario, podría empeorar el pecado. Entonces debemos tomar responsabilidad personal por nuestros propios hábitos y no evitar de llamarlos pecado.
Hábitos pecaminosos no son problemas insuperables para el cristiano. Después de todo, el Espíritu Santo mora en nosotros y está obrando a conformarnos más a la imagen de Cristo. ¿Y si Él es con nosotros, quien contra nosotros? (Romanos 8:31) Además, Gálatas 5:16 dice que si andamos “por el Espíritu,… no cumpliréis el deseo de la carne”. Y 1 Corintios 10:13 es una promesa que Dios no nos permitirá ser tentados más de nuestra habilidad. Si usamos los recursos que Dios nos a provisto por medio de Su Espíritu y Su Palabra, podremos atacar cualquier hábito sabiendo que podemos ser victoriosos.
Permítame darle algunas sugerencias prácticas para superar las malas costumbres, los malos hábitos. Espero que le ayuden.
Primeramente, acuérdese que el pecado comienza en la mente. Santiago 1:14-15 compara a una persona cayendo en pecado a un pez o animal que es capturado con cebo. Ve el cebo, lo desea, y es atrapado en el proceso de arrebatarlo. Asimismo, son los pecados que nos atrapan en la mente.
La persona que roba primero piensa en lo que él quiere. Después piensa en un plan para poder tenerlo. Luego que haya conspirado en su mente, se lo lleva. Él hubiera podido parar el pecado en su mente antes que se convirtiera en una acción completa. Es por eso que la Escritura nos manda que renovemos nuestra mentes (Romanos 12:2), a pensar en cosas buenas (Filipenses 4:8), y a meditar en la Palabra (Salmo 1:2).
Derrotar un hábito también requiere un cambio de vida. No debemos hacer provisión para nuestra carne (Romanos 13:14). La persona que quiere dejar de fumar debe tirar todos sus cigarrillos y no comprarlos; la persona luchando con pecado sexual debe deshacerse de todo material sugestivo en su posesión. Evite la compañía de aquellos que tienen el mismo problema (1 Corintios 15:33), y evite los lugares y circunstancias que le tentarían.
Por ultimo, no trate de batallar con el hábito solo. Desarrolle relaciones con cristianos más maduros quienes le animen y le apoyen (Gálatas 6:2). Pase tiempo en oración con ellos. Pídales que le estén preguntando como esta regularmente, y sea honesto cuando falle (Santiago 5:16).
El cambio bíblico no es solamente voltear contra el pecado; es mirar hacia la justicia. La persona que miente debe hablar la verdad (Efesios 4:25). Él que roba debe dejar de robar, debe trabajar y dar a otros (versículo 28); y el que habla palabras que no edifican, debe decir palabra que animan a otros (v. 29). No solo deje de pecar – empiece a hacer lo que es correcto. Las buenas costumbres que construirá reemplazaran las costumbres pecaminosas.
El cristiano debe ver que las malas costumbres son últimamente problemas espirituales. No debemos dudar a llamarlos pecados. Y debemos hacer, que los medios de la santificación descrita en las Escrituras (especialmente en la Palabra de Dios y la oración) son esenciales para superar malas costumbres.
Somos responsables por nuestro propio pecado – incluyendo aquellos pecados que tan fácilmente nos acosan. El hecho que hacemos algo malo habitualmente no nos exime de nuestra responsabilidad. Al contrario, podría empeorar el pecado. Entonces debemos tomar responsabilidad personal por nuestros propios hábitos y no evitar de llamarlos pecado.
Hábitos pecaminosos no son problemas insuperables para el cristiano. Después de todo, el Espíritu Santo mora en nosotros y está obrando a conformarnos más a la imagen de Cristo. ¿Y si Él es con nosotros, quien contra nosotros? (Romanos 8:31) Además, Gálatas 5:16 dice que si andamos “por el Espíritu,… no cumpliréis el deseo de la carne”. Y 1 Corintios 10:13 es una promesa que Dios no nos permitirá ser tentados más de nuestra habilidad. Si usamos los recursos que Dios nos a provisto por medio de Su Espíritu y Su Palabra, podremos atacar cualquier hábito sabiendo que podemos ser victoriosos.
Permítame darle algunas sugerencias prácticas para superar las malas costumbres, los malos hábitos. Espero que le ayuden.
Primeramente, acuérdese que el pecado comienza en la mente. Santiago 1:14-15 compara a una persona cayendo en pecado a un pez o animal que es capturado con cebo. Ve el cebo, lo desea, y es atrapado en el proceso de arrebatarlo. Asimismo, son los pecados que nos atrapan en la mente.
La persona que roba primero piensa en lo que él quiere. Después piensa en un plan para poder tenerlo. Luego que haya conspirado en su mente, se lo lleva. Él hubiera podido parar el pecado en su mente antes que se convirtiera en una acción completa. Es por eso que la Escritura nos manda que renovemos nuestra mentes (Romanos 12:2), a pensar en cosas buenas (Filipenses 4:8), y a meditar en la Palabra (Salmo 1:2).
Derrotar un hábito también requiere un cambio de vida. No debemos hacer provisión para nuestra carne (Romanos 13:14). La persona que quiere dejar de fumar debe tirar todos sus cigarrillos y no comprarlos; la persona luchando con pecado sexual debe deshacerse de todo material sugestivo en su posesión. Evite la compañía de aquellos que tienen el mismo problema (1 Corintios 15:33), y evite los lugares y circunstancias que le tentarían.
Por ultimo, no trate de batallar con el hábito solo. Desarrolle relaciones con cristianos más maduros quienes le animen y le apoyen (Gálatas 6:2). Pase tiempo en oración con ellos. Pídales que le estén preguntando como esta regularmente, y sea honesto cuando falle (Santiago 5:16).
El cambio bíblico no es solamente voltear contra el pecado; es mirar hacia la justicia. La persona que miente debe hablar la verdad (Efesios 4:25). Él que roba debe dejar de robar, debe trabajar y dar a otros (versículo 28); y el que habla palabras que no edifican, debe decir palabra que animan a otros (v. 29). No solo deje de pecar – empiece a hacer lo que es correcto. Las buenas costumbres que construirá reemplazaran las costumbres pecaminosas.
Por: Pedro C.
miércoles, 4 de noviembre de 2009
Humillación de los ricos
El que es rico, en su humillación. Santiago 1:10
Los cristianos que no tienen que pasar por las pruebas de la vida relacionadas con la pobreza pueden regocijarse en su “humillación”, como señala el versículo de hoy. Cuando las pruebas que sufren los ayudan a comprender que sus posesiones no pueden dar la verdadera felicidad ni el contentamiento, entenderán que dependen de las verdaderas riquezas de la gracia de Dios. El cristiano rico puede regocijarse cuando sabe que las bendiciones materiales son solo temporales y que las riquezas espirituales son eternas.
Las pruebas humillan a todos los creyentes al mismo nivel de dependencia de Dios. El dinero no saca a las personas de sus problemas, aunque pudiera resolver algunos problemitas económicos. Cuando se pierde a una hija, a un hijo, a una esposa o a un esposo, no importa cuánto dinero se tenga. Ninguna cantidad va a sacarlo a uno de semejante prueba.
Seamos pobres o ricos, sufrimos pruebas para que nos ayuden a reconocer humildemente que nuestros recursos están en Dios.
martes, 3 de noviembre de 2009
Reconociendo la Trampa
Cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Santiago 1:14
La tentación no viene de Dios, sino de adentro. El vocablo tentado se empleaba en contextos de cacería para describir animales que se atraen a las trampas, y se emplea seducido para describir pescar con una carnada. Toda persona es tentada cuando la trampa del pecado tiene una carnada que apela a su lujuria. La lujuria de una persona que responde a la seducción de la trampa la atrae engañosamente hasta el punto que es atrapada.
¿Qué nos impulsa tanto hacia la carnada? No es Dios. Y tampoco lo son Satanás, ni sus demonios, ni el sistema malvado del mundo el que nos seduce para que mordamos el anzuelo. Es nuestra naturaleza lujuriosa la que nos impulsa a morderlo. Nuestra carne, nuestra naturaleza caída, tiene un deseo de lo malo.
Desde una perspectiva espiritual, el problema es que, aunque hemos sido redimidos y hemos recibido una nueva naturaleza, tenemos todavía un enemigo dentro. La pasión interior de la carne, no Dios, es la culpable de que seamos tentados a pecar.
lunes, 2 de noviembre de 2009
El nacimiento del pecado
Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte. Santiago 1:15
La mayoría de las personas piensan que el pecado es un acto o comportamiento individual. Pero el versículo de hoy dice que el pecado no es un acto; es el resultado de un proceso.
El pecado comienza con deseo, que está relacionado con la emoción. Comienza cuando usted desea sentirse satisfecho al adquirir algo, cuando tiene un anhelo emotivo de poseer algo que ve. Entonces la tentación afecta su mente mediante el engaño. Usted comienza a justificar su derecho a tener lo que desea. Su mente es engañada al creer que la satisfacción de sus deseos satisfará sus necesidades.
Acto seguido, su voluntad comienza a planificar cómo va a obtener lo que quiere, y cuando la lujuria es seducida (como quien dice) por la carnada, queda preñada en el vientre de la voluntad de una persona. Por último, ocurre el acto del pecado.
El saber cómo nace el pecado debiera ayudarlo a huir de la tentación.
domingo, 1 de noviembre de 2009
Un Golpe mortal a los deseos pecaminosos
Amados hermanos míos, no erréis. Santiago 1:16
¿En qué punto se enfrenta usted al pecado? No en el punto de la conducta, porque entonces es demasiado tarde, sino en el punto del deseo. La persona que puede dominar sus reacciones emocionales puede enfrentarse con el pecado. Cuando se le está bombardeando con reacciones emocionales negativas, una persona con una mente santificada puede desactivar los deseos antes que ellos sean activados por la voluntad. Pero una vez que dominan la voluntad, su nacimiento es inevitable.
Tiene que enfrentarse a las emociones lujuriosas si quiere enfrentarse con éxito al pecado en su vida. Si expone sus emociones al anzuelo, puede quedar atrapado a menos que tome medidas inmediatas.
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